Mafias de todos colores y sabores han tomado el poder en Xochimilco, grupos
organizados que sólo ven a nuestra tierra como a un cofre del tesoro abierto del cual se
pueden servir con impunidad. Pero Xochimilco es más que un residuo histórico, mucho más
que un lugar donde algo bello fue y se perdió, mucho más que un sitio atrapado en
costumbres y tradiciones arraigadas que no admite cambios ni participa en la creación de
los nuevos tiempos, de las nuevas ideologías. Es triste saber que desde afuera nos perciben
como un lugar estancado en el tiempo de donde salen grandes cerebros en busca de mejores
condiciones de desarrollo, un sitio donde no hay librerías ni centros culturales que alcancen
a la enorme demanda que se tiene, un sitio rico en zonas arqueológicas abandonadas y rico
también en riquezas naturales olvidadas y despreciadas por sus propios pobladores, un sitio
rico en autoridades incompetentes y corruptas que velan sólo por sus intereses, llámense de
educación, de salud, de gobierno.
Si permitimos esto, Xochimilco, estaremos lanzando una maldición sobre nuestra generación
y sobre las generaciones futuras, porque habiendo visto rostros gachos y voces silenciadas,
¿creen que dejarán de usar la fuerza y el poder en contra de los más débiles?, no nos
engañemos, los problemas no se resuelven ignorando o huyendo de esos grupos que en
comparación con lo que significamos son pequeñas organizaciones mafiosas. Por mucho tiempo
hemos permitido que nos traten como quieren, que nos comprometan como más les conviene.
Un gobierno transparente y honesto, que vele por los intereses del pueblo y la
comunidad nace de una sociedad educada, organizada y conciente, no alrevés. Hemos
cometido errores, hemos abandonado nuestra tierra, nuestra riqueza en manos de quienes
sólo se interesan por un hueso en el poder, pero ya es tiempo de retomar las riendas de
nuestro destino como individuos, como sociedad. Las manos del poderoso están siempre
dispuestas a aplastar la resistencia, ahora debemos recordar que el poder se los hemos
dado cada uno de nosotros, por desinterés, por apatía, por comodidad, y ya vemos en
dónde estamos atrapados, en un marco de injusticia, de ilegalidad, de insatisfacción tan
grande que ya no sabemos hacia dónde movernos. Xochimilco vive, respira, su corazón late
en cada uno de nosotros, de esos sueños que una vez tuvimos y que poco a poco han
intentado apagar con burocracia barata y politiquerías que ya a nadie convienen, ni siquiera
a aquellos que se sienten con el poder. Tampoco debemos olvidar que las autoridades son
parte del pueblo, que si estamos atorados en medio de este embrollo es también a causa de
nuestras debilidades como ciudadanos, de nuestra negligencia como xochimilcas o como
pobladores de esta región. Es tan fácil gritar ¡Libertad!, y tan difícil comprometerse a
luchar por conservarla. Estamos a tiempo de corregir el rumbo, vamos a organizarnos,
vamos a comprometernos con Xochimilco, crezcamos con él, por nosotros, por todos.
Salgamos a las calles a hablar entre nosotros, será difícil por la gran cantidad de visiones,
diferencias culturales, sociales, económicas que nos han distanciado, pero debemos ser más
inteligentes que aquellos que pretenden aprovecharse de nuestras diferencias. Alguien debe
comenzar el diálogo, por qué no tú, porqué no dar un saludo, por qué no preocuparte por los
problemas de alguien más. La resolución de un problema es el primer paso para resolver
otro y otro, entre todos.
¡Despierta Xochimilco!